LAS SOBRAS

A veces siento que me odia. Se que me quiere, pero no sé hasta qué punto en concreto. Eso es, quisiera tener más certezas. Aunque no me gustan las turbulencias, me produce morbo emocional lo impredecible. Sigo con el corazón sentado, mirando en el piso las sobras, pero no las recoge porque confía que algún día, entre corazones devoraran el hambre y tal vez, en nombre del amor mi alma se revindique, y la de él, también.