Su sonrisa
Él tiene algo, él me posee. Hago todo por hacerle sonreír, pero no una sonrisa condescendiente. Me esfuerzo de verdad, aunque no me cueste. Me gusta alterar su espíritu, sacudirlo. Adoro ver cómo brillan sus ojos achinados. Entre la ausencia de su voz y el eco del siguiente sonido, me pierdo en un deleite compartido, una complicidad que envuelve todo. A veces, cubre su rostro con sus manos fuertes, como si supiera el anhelo de su rostro por sonrojarse. Espero con paciencia cada día nuestro encuentro, porque mientras mi único deber es amarlo, cuando él ríe, soy la mujer más feliz del mundo.