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Mostrando entradas de noviembre, 2024

ABUELA

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  Como tú no, Como tú no hay dos. Seres así, nacen cada tanto. Llenabas todos los espacios y los enaltecías. La vida pierde una forma fantástica, un alma surrealista, encantada por la vida misma, encantadora. Como candelabro eje mantuviste el fuego de la hoguera que construiste con mi abuelo. Ese fuego lo llevo en las venas y lo mantendrá siempre vivo el amor infinito que nos unía. Fuiste la segunda persona que conocí, cuando nací. Primero mi madre, luego mi otra madre. Nos dejas el 20 de marzo, el día en el que las aves le cantan a la primavera. Así mismo recordare tus cantos y tu risa, para que a mi vida nunca le hagan falta las flores.

Mujer que menstrua

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  Es que escribo esto con un dolor en mi vientre. A los doce años tuve mi primer encuentro cercano con la sangre, antes de eso, mi cuerpo solo lograba manifestar su presencia inteligible por caídas de una infanta curiosa y torpe. Pero ese día, revirtió cualquier significado anterior que le haya dado a la sangre, me tomó por sorpresa y una nueva versión de mi nació ese día. Tal vez, puedo decir que, en realidad, esa fue mi primera muerte. Me identifico en el rol de mujer y lo asumo con el poderío que le merece. Me enorgullece sangrar, no importa siquiera engendrar. Los no nacidos solo serán un eco ante la condición que me permite, entretanto, por lo menos saber que existe esa posibilidad natural, vital, única. El dolor es solo un puente de conexión que representa la vitalidad que desprende mi existencia. El llamativo color rojo se convierte en una bandera hincada en mi cuerpo, en donde se derraman sentimientos y emociones desbordadas, en donde los sentidos se robustecen y mi con...

VIDA

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Cuando el universo me pregunte de quien soy, le diré que suya. Infinita hacia dentro, infinita hacia fuera. Nací con la premisa de que el tiempo es un incentivo inexistente, por eso no voy con prisas, y si esta explosión que soy, puede perpetuarse en el amor, no hay más que decir. C lavare mis ojos en el escueto espectro y mirare la luz que trae mi amado en sus ojos como recompensa. En ese poder afable me ciño y me vuelvo corrupta. ¡Cuánto cuesta la emancipación del alma, universo mío!, yo sigo saldando guerras sin batallar conmigo. Soy un animal de sangre fría, que, entre muda y muda, se ha quedado muda. Prefiero callar y observar, prefiero que la vida me hable con su frenética elocuencia. En serio no hay más que decir.