DESARRAIGO

                                          
                                   

Me carcome el horror que mis ojos y mi mente, ya saturada, tienen que presenciar en este maltrecho y precario camino evolutivo humano. Los índices de estupidez generalizado, el imaginario colectivo basado en hechos consumistas y huecos, la precariedad de sentido común y falta de empatía. Por dios, tantos rasgos que, una vez más, me hacen sentir tan ajena a este planeta. De hecho, agradecida estoy con el universo porque en esencia, pasaron literalmente millones de sucesos para yo poder estar hoy aquí enojada y frustrada ante una maquina también compuesta de cosas del universo: níquel, zinc, plomo, hierro, cobre -computadora-.

No soy nada, cada día estoy más segura de ello, todo se resume en mi extinción. Pero entonces ¿por qué me perturba tanto la decadencia del resto de seres humanos, cuando en principio, me preocupa más caerle mal a un perro? Pues creo que puede ser por dos opciones casi irrefutables, la buena o la que quisiera que fuese, es exceso de empatía. La segunda y realmente mala: Ego.

Empatía:

Soy una persona hipersensible, sensorial, sanguínea, noble, entregada, solidaria, respetuosa y con gran sentido común. (Esto parece ego, pero no, sólo me conozco bien, o eso intento para no ser una mierda de persona). Soy extremadamente receptiva y tengo una capacidad de adaptación (contra todo pronóstico, porque contradice un poco todo este embrollo que intento desarrollar) increíblemente buena, no perfecta.


También soy lista, me gusta analizar absolutamente todo a mi alrededor, sobre todo a las personas, aunque ni siquiera creo que sea la manera correcta para describir ese comportamiento. No es que “me guste” analizar, lo hago inconscientemente, no parte de un deseo o un placer. Aunque debo admitir, que, un rasgo que me caracteriza desde siempre, es la curiosidad. Y puedo morir en el intento.

En medio de mi locura soy una mujer crítica, que critica, pero no sin antes hacerse repetidas autocríticas. Y no lo hago solo desde la inconformidad, la toxicidad hormonal o algún problema de autoestima. Realmente me apego a mi sistema de creencias, formulado a partir de muchos choques de realidad, escarmientos, dolor, sufrimiento, aprendizajes, alegrías, amor. He sacado provecho al milagro y he exprimido la vida en dos vertientes: la natural y experimental; en otras palabras, he quemado todas las etapas con lo que eso implica. Y, por otro lado, me he dedicado a explotarla desde un despertar de conciencia, en donde mi propósito básico es vivir el presente de la manera más armoniosa y coherente posible.

Una de mis palabras favoritas es: RESPETO. Soy fan número de uno de esa palabra, me gusta aplicarla también. Es la base de una buena relación, sea cual sea. Dentro de mi afán natural por empatizar, esta cualidad es inherente y se alinea perfecto con mi bondad.

EGO:

Puto Ego. No permite conectar, descuartiza el Yo y lo esclaviza. Convence a el niño interior de que es el adulto que ayudará a tomar las riendas de su vida, y que lo va a proteger: MENTIRA. Cuando somos bebes y dependemos de nuestros padres para no morir, efectuamos acciones reptilianas para llamar su atención y les recordamos continuamente que dependemos de ellos para vivir. Pero ahí no acaba. Hay un perpetuo “lloriqueo interno”, aparentemente inofensivo que palpita en nosotros incluso entrados en una edad madura: ego. Parte de la necesidad de querer llamar la atención, con el agravante de que muchas veces ni siquiera somos conscientes de ello, pero ese “llanto” puede afectar a quienes nos rodean, y por supuesto a nosotros mismos. Esa búsqueda de “éxito”, confort y comodidades exuberantes, esa necesidad de sobresalir, de marcar la pauta, de ser el “mejor”. Acompañado de egoísmo e individualismo toxico. Hacen que nuestro ser se convierta en un coctel muy previsible de Egocentrismo.


En mi caso particular, puedo llegar a sentir, que algo de esa inevitable condición ha calado en mí. Percibo egoísmo en algunas acciones y también lo veo comandando algunos pensamientos. Sin justificarlo, puedo decir a mi favor, que lo siento más bien como estrategia de supervivencia, más que una cualidad de mi temperamento. Pero no deja de ser defectuoso, tanto, que siento que me vuelve terca y obstinada respecto a la visión que tengo del mundo y su desaliñada realidad.

Desaliñada realidad, otra vez, el ego hablando. Sin duda, la importancia que le doy a la injusticia, por más que nazca del sentimiento más puro de bondad de mi razón, sigue siendo “mi razón”, no hay nada de absolutismo en ello. Todo es mi percepción, nace de la concepción de realidad de un solo individuo, una construcción individual no transversal. Todo es relativo, cada ser y cosa contiene una verdad. Mi ego puede llegar a defender todas mis teorías, porque tal vez de esa manera se siente arropado, respaldado, encuentra un sentido en su existencia, que es la misma mía.

-----

Puede ser entonces, que soy mitad ego, mitad bondad. Creo también que la vida ve a través de mis ojos, porque no soy mas que un cumulo de micro vidas expandiéndose y contrayéndose. Seré yo, nada mas un recipiente que lo contiene todo intentando hacer un autorretrato.

En realidad, no tengo ningún afán en odiar al mundo. Soy vida que quiere ir a la vida. Pero entre la disyuntiva de amar el mundo tal cual es o querer un mundo mejor para todos. Elijo la segunda, porque no es para mí, es para todos. Así que no hay mejor propósito que el amor, y lo empleare como herramienta tacita, permanente y necesaria. Considero que el amor es haz de referencia y puede transformar, al igual que la fe. Es que, son lo mismo.

Confío en que algún día todos despertaremos de este sueño de escaza consistencia, poco profundo, imaginario y dañino. Para conmemorar el encuentro con nuestra esencia y desviarnos al buen camino. Sera el día en el que triunfará la BONDAD, será el día en el que no hablará nuestro EGO.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Mujer que menstrua

LAS SOBRAS

ABUELA