DESARRAIGO
No soy nada, cada
día estoy más segura de ello, todo se resume en mi extinción. Pero entonces
¿por qué me perturba tanto la decadencia del resto de seres humanos, cuando en
principio, me preocupa más caerle mal a un perro? Pues creo que puede ser por
dos opciones casi irrefutables, la buena o la que quisiera que fuese, es exceso
de empatía. La segunda y realmente mala: Ego.
Empatía:
Soy una persona
hipersensible, sensorial, sanguínea, noble, entregada, solidaria, respetuosa y
con gran sentido común. (Esto parece ego, pero no, sólo me conozco bien, o eso
intento para no ser una mierda de persona). Soy extremadamente receptiva y
tengo una capacidad de adaptación (contra todo pronóstico, porque contradice un
poco todo este embrollo que intento desarrollar) increíblemente buena, no
perfecta.
En medio de mi
locura soy una mujer crítica, que critica, pero no sin antes hacerse repetidas
autocríticas. Y no lo hago solo desde la inconformidad, la toxicidad hormonal o
algún problema de autoestima. Realmente me apego a mi sistema de creencias,
formulado a partir de muchos choques de realidad, escarmientos, dolor,
sufrimiento, aprendizajes, alegrías, amor. He sacado provecho al milagro y he
exprimido la vida en dos vertientes: la natural y experimental; en otras
palabras, he quemado todas las etapas con lo que eso implica. Y, por otro lado,
me he dedicado a explotarla desde un despertar de conciencia, en donde mi
propósito básico es vivir el presente de la manera más armoniosa y coherente
posible.
Una de mis
palabras favoritas es: RESPETO. Soy fan número de uno de esa palabra, me gusta
aplicarla también. Es la base de una buena relación, sea cual sea. Dentro de mi
afán natural por empatizar, esta cualidad es inherente y se alinea perfecto con
mi bondad.
EGO:
Puto Ego. No
permite conectar, descuartiza el Yo y lo esclaviza. Convence a el niño interior
de que es el adulto que ayudará a tomar las riendas de su vida, y que lo va a
proteger: MENTIRA. Cuando somos bebes y dependemos de nuestros padres para no
morir, efectuamos acciones reptilianas para llamar su atención y les recordamos
continuamente que dependemos de ellos para vivir. Pero ahí no acaba. Hay un
perpetuo “lloriqueo interno”, aparentemente inofensivo que palpita en nosotros
incluso entrados en una edad madura: ego. Parte de la necesidad de querer
llamar la atención, con el agravante de que muchas veces ni siquiera somos conscientes
de ello, pero ese “llanto” puede afectar a quienes nos rodean, y por supuesto a
nosotros mismos. Esa búsqueda de “éxito”, confort y comodidades exuberantes,
esa necesidad de sobresalir, de marcar la pauta, de ser el “mejor”. Acompañado
de egoísmo e individualismo toxico. Hacen que nuestro ser se convierta en un
coctel muy previsible de Egocentrismo.
Desaliñada
realidad, otra vez, el ego hablando. Sin duda, la importancia que le doy a la
injusticia, por más que nazca del sentimiento más puro de bondad de mi razón,
sigue siendo “mi razón”, no hay nada de absolutismo en ello. Todo es mi
percepción, nace de la concepción de realidad de un solo individuo, una
construcción individual no transversal. Todo es relativo, cada ser y cosa
contiene una verdad. Mi ego puede llegar a defender todas mis teorías, porque
tal vez de esa manera se siente arropado, respaldado, encuentra un sentido en
su existencia, que es la misma mía.
-----
Puede ser
entonces, que soy mitad ego, mitad bondad. Creo también que la vida ve a través
de mis ojos, porque no soy mas que un cumulo de micro vidas expandiéndose y
contrayéndose. Seré yo, nada mas un recipiente que lo contiene todo intentando
hacer un autorretrato.
En realidad, no
tengo ningún afán en odiar al mundo. Soy vida que quiere ir a la vida. Pero
entre la disyuntiva de amar el mundo tal cual es o querer un mundo mejor para
todos. Elijo la segunda, porque no es para mí, es para todos. Así que no hay
mejor propósito que el amor, y lo empleare como herramienta tacita, permanente
y necesaria. Considero que el amor es haz de referencia y puede transformar, al
igual que la fe. Es que, son lo mismo.
Confío en que
algún día todos despertaremos de este sueño de escaza consistencia, poco
profundo, imaginario y dañino. Para conmemorar el encuentro con nuestra esencia
y desviarnos al buen camino. Sera el día en el que triunfará la BONDAD, será el
día en el que no hablará nuestro EGO.
Comentarios
Publicar un comentario